martes, 25 de febrero de 2014

Día de Andalucía


Hoy 26 de febrero celebramos 

en nuestro colegio el día de Andalucía.






        Nuestro centro ha elegido la figura del pintor JOSÉ PÉREZ OCAÑA para homenajearlo en este día de Andalucía como personaje destacado de nuestra tierra, sumándonos a la iniciativa del ayuntamiento de Sevilla y al de Cantillana.

El Ayuntamiento de Sevilla en su pleno del 26 de junio de 2013 aprobó, por unanimidad de todos los grupos políticos, un homenaje a este pintor, a los 30 años de su fallecimiento y a los 35 de su participación en el primer carnaval de la Alameda, donde pronunció un pregón vestido “a la primavera de Boticelli” en el año 1979.
 
Dado que los actos de dicho homenaje serán en nuestro entorno inmediato (Palacio de los Marqueses de la Algaba y Casa de las Sirenas) y debido al papel vital desempeñado por OCAÑA en la lucha por el reconocimiento de las libertades individuales, así como por la visibilidad del colectivo homosexual, durante el tardofranquismo y la transición española, sería interesante  acercar a nuestro alumnado a la figura y la obra de este artista,  además son escasas las ocasiones en las que nuestra sociedad nos permite valorar la contribución del colectivo homosexual al avance de la sociedad.

Ocaña se mantuvo siempre independiente de cualquier tendencia política, se definía como anarquista. Ni siquiera aceptaba la palabra homosexual “yo no creo en la homosexualidad, creo en las personas”, decía convencido.
En realidad Ocaña era profundamente antiburgués, pese a que se le haya convertido en un símbolo de la contracultura de la Transición, lo que Ocaña representaba y vivía con orgullo era el lumpe1.

Aunque Ocaña abandonó su Cantillana natal con solo 24 años  para trasladarse a Barcelona, nunca olvidó sus raíces andaluzas que impregnaron su obra y su peculiar forma de entender la vida.

Su papel protagonista en la escena underground barcelonesa y por ende en todo el estado español a finales de los años setenta es indiscutible. Y así, Ocaña paseando vestido de mujer por las Ramblas, con sus ángeles y vírgenes, típicos de la religiosidad de su tierra, pasaron a formar parte del imaginario de la ciudad de Barcelona y de una España que luchaba por recuperar sus libertades.

La ironía,  la parodia, la caricatura y el esperpento le fueron el único camino posible y permitido para manifestar su homosexualidad.
Es fácil y tremendamente injusto analizar y denostar las  manifestaciones sociales de Ocaña desde nuestra sociedad actual, parapetados tras nuestras seguras armaduras democráticas y del estado del bienestar. En su momento Ocaña fue muy valiente y luchó con lo único que tenía su alcance, su alegría de ser homosexual. Una alegría, que como bien supo Ocaña, es también revolucionaria. 

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